Un buen amigo mío me dijo que debía tener una “mente abierta” en lo que escribía y que referirme a otras religiones y prácticas espirituales y religiosas como “cosas” no era bueno, que era “petulante”. Realmente aprecio el comentario y la verdad es que estuve a punto de cambiar el texto. Pero después de un buen rato pensando me di cuenta de que (de nuevo está bien usado el “de que” porque si lo convertimos en pregunta sería: ¿de qué me di cuenta?) a pesar de saber que la mejor forma de tocar el corazón de alguien es a través del amor y que Dios quiere que amemos a todos, especialmente a quienes no tienen a Jesús, eso no significa que no podemos ser firmes en nuestras convicciones. Por ejemplo, en los Estados Unidos si yo digo que ser homosexual o drogadicto es malo porque no es lo que Dios quiere, me catalogarían como discriminador, excluyente, etc. Pero si un homosexual o un drogadicto dice que ser cristiano es malo, no pasa nada. La libertad de expresión se ha visto coartada porque t