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Mostrando las entradas de julio, 2011

No nos digamos mentiras…

Una de las cosas más irresponsables que he hecho en la vida fue pedirle a un amigo que me dejara “dar una vuelta” en su motocicleta. Era una muy buena moto que se movía bien en la montaña y estaba muy nueva. Lo que mi amigo no sabía era que yo nunca había manejado una moto de cambios y que las que había manejado, no pasaban de Chappy o YZ las cuales, para quienes no saben, son pequeñitas y de transmisión automática (creo que esa es la vaina porque yo de motoso no sé y de carros, a duras penas, puedo ponerles gasolina y dependiendo del carro, cambiar una llanta). Pero bueno, lo de irresponsable hubiera pasado desapercibido si no hubiera sido porque me caí de ese bendito animal y hubo ciertos dañitos y torceduras que a ojo de inexperto, no había. Es más, pa’ completar la faena, no le dije nada a mi amigo y la parqueé sin que se diera cuenta. Entonces, además de abusar de la generosidad de él, le mentí (como en este caso, callar toda la verdad equivale a mentir (aunque algunos todavía cre

Los pájaros tirándole a las escopetas…

A veces se nos olvida el orden de las cosas y seguimos con la idea de que el universo gira en torno a nosotros. También cerramos nuestro corazón a Dios y simplemente vemos a quienes creen en Jesús como los responsables de convencernos (y la verdad, que pereza eso porque la idea no es convertir a nadie). Si llegamos al punto de querer entender a Dios pero le damos tercamente un poquito de espacio en esa cajita diminuta que es nuestro entendimiento, como diríamos en mi país “estamos jodidos”. El que crea que puede meter a Dios en una ranurita de lo poco que conocemos y así intente explicar cómo es que Dios hace sus cosas, empezó muy mal. Los hombres han intentado de múltiples formas explicar la existencia de Dios (o su inexistencia) a través de lógica y ciencia y algunos todavía creen que son opuestas la ciencia y la fe. Ciencia y exploración de no sólo las historias bíblicas y los hechos narrados allí, sino también la existencia de la humanidad, han dado resultados sorprendentes que al

Nunca es tarde…

Tengo un vecino que está un poquito mayor… sólo tiene 86 años. Su esposa murió hace como 7 años y ha enterrado dos hijos. Otro está cerca de morir también y últimamente ha querido saber más de Dios. Aún no tiene fe, y nosotros no intentamos meterle religión por los ojos. Él mismo nos habló de su interés por no ser “ignorante”. Se fue él solito a la biblioteca pública y consiguió unos DVD’s de los evangelios. Esa situación me hace pensar en la “cultura religiosa” y lo poquito o nada que sabemos de la historia que nos tiene aquí donde estamos ahora. Muchos crecimos con la Biblia en la casa; claro, en un pedestal o atrio, abierta en la misma página de siempre, con un olvidado y nunca antes leído antiguo testamento y con las páginas pegadas porque con la humedad y el tiempo, se iban adhiriendo unas a otras. (No estoy seguro sobre el uso de “adherir” porque como lo han cambiado últimamente y los reflexivos ya no se usan). Muchos llegaron a comprar la edición con bordes de oro que fue tan po