Una de las cosas más irresponsables que he hecho en la vida fue pedirle a un amigo que me dejara “dar una vuelta” en su motocicleta. Era una muy buena moto que se movía bien en la montaña y estaba muy nueva. Lo que mi amigo no sabía era que yo nunca había manejado una moto de cambios y que las que había manejado, no pasaban de Chappy o YZ las cuales, para quienes no saben, son pequeñitas y de transmisión automática (creo que esa es la vaina porque yo de motoso no sé y de carros, a duras penas, puedo ponerles gasolina y dependiendo del carro, cambiar una llanta). Pero bueno, lo de irresponsable hubiera pasado desapercibido si no hubiera sido porque me caí de ese bendito animal y hubo ciertos dañitos y torceduras que a ojo de inexperto, no había. Es más, pa’ completar la faena, no le dije nada a mi amigo y la parqueé sin que se diera cuenta. Entonces, además de abusar de la generosidad de él, le mentí (como en este caso, callar toda la verdad equivale a mentir (aunque algunos todavía cre