Esta semana ha sido de contrastes. Por un lado, una persona que trabajaba en la iglesia hace unos años tocando en la banda, me invitó a una reunión de ateos, agnósticos, humanistas, escépticos, entre otros. Por el otro lado, veo a Lucas, mi bebé de 17 meses con las manos arriba mientras cantábamos en la iglesia y, mientras hacía eso, sin una sola palabra, porque todavía no habla, invitó a otros niños a ir al frente con él mientras seguía adorando a Dios. Entre estos dos líderes, ¿cuál escogeríamos? Uno está haciendo las cosas de satán descarriando ovejas… el otro, con la gracia de Dios y su amor infinito, está guiando a los inocentes hasta Jesús. Uno está fomentando el odio, lleno de palabras oscuras y escondido en la ciencia (como si la ciencia fuera en contra de Dios)… el otro, sin decir ni una sola palabra, apunta en la dirección correcta: hacia Dios, con la frente en alto y en alabanza siempre. Aquí estamos viendo los dos caminos, porque a pesar de que algunos todavía crean que po