Esta mañana
me desperté y vi un poco de luz que entraba por la ventana. Mi esposa y yo
tenemos cortinas oscuras para evitar que la luz nos despierte pero un poquito
de luz entró por la ventana. Ese poquito de luz, que entraba por un lado, me
mostró algo en la pared que no había visto antes. Con la luz de “medio bisné”
(de lado) vi una serie de imperfecciones que nunca había visto. Para mí, esa
pared era blanca y muy bien hecha y pintada hasta esta mañana. Eso me hizo
pensar en mi vida de antes. Yo pensé que tenía una vida casi perfecta, tranquila,
sin problemas graves. Mi vida era una blanca pared muy bien hecha y pintada
hasta que vi cómo, con un poquito de luz, podía ver las imperfecciones que
escondía la oscuridad.
Cuando pienso
y oro por mis familiares, amigos y por muchos conocidos y desconocidos, me
duele el corazón. No siempre oramos por quienes tienen graves enfermedades,
grandes deudas, grandes pérdidas. Es más fácil hacerlo claro, porque “la
necesidad es más grande” y es de urgencia. Pero es más difícil orar por quienes
creen que lo tienen todo. Dios nos oye sin importar las circunstancias y si no
sabemos qué decir, el Espíritu Santo ora por nosotros; pero pesa más en
nuestros corazones porque sabemos que cuando esas personas no ven la necesidad
de Dios porque “están muy bien”, sus corazones están cerrados y su orgullo los
cierra, con llave y sin un huequito que deje ver que estamos muy lejos de estar
“muy bien” cuando la oscuridad en la que nos encerramos no nos deja ver el
vacío espacio en nosotros cuando dejamos
a Dios tocando en la puerta. Apocalipsis 3:20 nos habla de cómo Jesús
toca a nuestra puerta y quiere, lleno de al amor más espectacular y suficiente,
mudarse con nosotros. Pero la terquedad y necia necesidad de querer explicarlo
todo con el cerebrito que tenemos queriendo encontrar la luz pero desde una
cajita sellada, es como querer encontrar la paz dejando que el enemigo se
apodere de nosotros.
Un poquito
de luz es suficiente para vencer la oscuridad
Juan 8:12 “Jesús
se dirigió otra vez a la gente, diciendo: —Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad.”
Salmo
119:105 “Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino.”
Salmo 27:1b
“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor
defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?
La pregunta
es, ¿Qué hacemos cuando encontramos la luz? No la ponemos debajo de la mesa,
sino que queremos dejar que esa luz ilumine el camino de aquellas personas a
nuestro alrededor.
Mateo 5:15
"Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la
pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa."
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